Páginas

lunes, 9 de febrero de 2015

CHIQUILLA

Entre el mar y el Benacantil. Pronto llega Agosto, como todos los años. Le va a poner argumento a esta bahía, que no lo tiene.

Agosto ¿veintiún años? Han nacido y crecido para mí, ante mis ojos turbados de hombre sin hijas, sin hermanas, de hombre que no ha tenido otra relación con la mujer joven -con la veinteañera- que la de “madmoiselle Ámsterdam”, que es precisamente la que no hay que tener en Agosto. No sin paciencia.
 
En apuntes, fotos, artículos, fragmentos míos, te la encuentras repetidamente aludida, es una presencia esbelta y rubia que pasa –posa- habladora y risueña por delante de la tela, ante mi cámara. Me hace al mismo tiempo padre y amante, con solo mirarla, lo que quiere decir que no me hace nada: me deshace.
 
Ahora, por fin, durante este mes de Agosto de Explanada, le voy a dedicar un artículo entero a la chiquilla.

Será la niña de día con sus sueños de noche. ¿Los suyos o los míos? En todo caso, la escapada nocturna, qué importa si real, poética, imaginaria, soñada o inventada, hacia mundos que la esperan.
 
La niña diurna volverá a ser la niña y nada más, amorosamente descrita, pero con un amor anónimo, minucioso e imparcial. Al final de Agosto, cuando Agosto se va, un mundo de obscenidad y nocturnidad se apaga.
 
Agosto viene mañana.
 
La veintena, la edad del crecimiento, se niega a sí misma cada año, cada día, se borra, se corrige, se mejora, se transforma, porque juventud es amanecer criatura distinta cada día. Sólo los viejos amanecemos siempre el mismo viejo. Con el viento, las noches de Agosto a Agosto se iluminan para esperarla. Y me quedo un poco más porque, sin mí (conciencia aguda de ella), el universo la desconoce.





sábado, 7 de febrero de 2015

SEMBLANZA

Lo que pasa con Pitu es que no tiene senos. Es una muchacha sin senos. Su pecho es como el pecho de un hombre que fuese una mujer, de un adolescente que fuese una adolescente. En la generación femenina de Pitu, que es la que ahora tieneveinte años, hay dos pechos de menos.

     Mira que he buscado los senos de la niña, he mirado a ver dentro de su mochila de trabajo, en la bolsa de las chucherías, entre los números del bingo, debajo de mi almohada, dentro de la jaula de Piolín, colgados de las duras perchas de la soledad. Nada, no están los senos, no se los ha dejado olvidados en ningún vestido. Hay dos huecos delicados y bellos, los que corresponden a sus senos ausentes, en el tronco del árbol de la noche.
         - ¿Me dejo algo? –dice mientras baja la escalera.
         - Los senos.

Es como el que se deja siempre el paraguas.

     Me gusta que no tenga senos, pero me gusta buscarlos.

     Una muchacha sin pechos es un bello canto a la gratuidad, porque queda claro que ahí la especie no ha querido prevenir nada, nutrir a nadie.

     Hay dos huecos de mujer en el tiempo que pasa.

     He mirado también en las fotos, en el vestido gris cuando se lo ha quitado. Cuando Pitu posa –o pasa- delante de la cámara, el visor pentaprisma de la Canon parece que quiere guillotinarle los pechos, y yo entro y salgo de la cámara, me acerco a Pitu y la palpo como si fuera un preso palpando las paredes de su celda, a ver si le encuentro unos senos de luna pálida.

     Sería una gran desgracia que a Pitu le crecieran unos grandes senos, de póster para reclutas, de carlinga de camionero, mas no por eso dejo de buscar, de meter y sacar mis manos en los dos agujeros, como copas de champan, que tiene en lugar de senos. A veces pruebo a meterle la mano por sorpresa, en un café, a ver si le cazo un pecho.
     -Qué haces, ruina. Nos están mirando.
   
     La niña no tiene senos. Falta un par de senos vacilones y transparentes en su generación. Hay una doble ausencia. Una ausencia al cuadrado. Eso es.

Amo en Pitu, además del sabor de su sexo, los senos que no tiene.




"Orgasmo de mujer"

"Orgasmo de mujer" es el título que le doy a esta pequeña colección de tan solo 3 fotografías que corresponden a un reportaje realizado durante la actuación de Amador Xtreme y Soraya Wells en Alicante a finales del año 2014.

Se trata de 3 fotografías en carne viva, en blanco y negro en las que se aprecia explícitamente lo que representa el título de la colección.